Malentendidos. Misunderstandings

MalentendidosLa tarde es calurosa, las ventanas del salón están abiertas pero la brisa no llega. Samantha y Jayden están despanzurrados en el sofá; uno en cada esquina, las piernas entrelazadas; aunque hace mucho calor, les gusta estar siempre en contacto. La tele frente a ellos está encendida pero sin voz, en su lugar, la música suena. De repente, Jay se pone de pié de un salto y mirando a Sam dice:
J: Bueno ¡qué!,  ¿terminamos en la habitación?
Sam da un respingo y se incorpora levemente:
S: Uf… Me da pereza sólo de pensarlo cari, con lo a gustito que estamos aquí…
J: Venga peque, será divertido.
Sin reaccionar aún; Sam levanta una ceja a la par que mira a Jay. Está visiblemente extrañada:
S: ¿Divertido? No se yo…
J: Va, un pequeño esfuerzo, yo te ayudo. Te prometo que merecerá la pena.
Jay le ofrece la mano con gesto cariñoso.
S: ¿Lo dices en serio? Me sorprende que quieras hacerlo pero que pienses que será divertido me alucina.
J: Yo siempre quiero hacer cosas contigo.
Una amplia y pícara sonrisa aparece en la cara de Jay. Sam le sonrie levemente, se hace la remolona y pone su carita de pena:
S: ¿Y si hacemos juntos que vemos la peli?
J: No me seas perezosa, confía en mí.
S: Eso siempre.
Y mientras coge la mano de Jay para levantarse añade:
S: Vete preparándote que voy a por un poco de agua fresquita. ¿Quieres?
J: No, agua no, pero tráeme unos hielos.
S: ¿Hielos?
J: Hielos
S: Vale
A Sam le extraña la petición pero no dice nada, se da media vuelta y se dirige a la cocina. No ha dado dos pasos cuando se da cuenta que posiblemente quiere el hielo para refrescarse; con el calor que está haciendo, el esfuerzo le pasará factura más de lo normal.
El calor… de nuevo la invade una enorme pereza. Abre la nevera, coge la botella de agua y da un gran trago. Abre el congelador y pone en un cuenco unos cubitos de hielo para Jay. Cruza el comedor y pone rumbo a la habitación:
S: No sé muy bien para qué quieres el hielo. Espero que te llegué con esto porque ayer se nos olvidó rellenar las cubiteras y…
Sam abre la puerta y se queda boquiabierta e inmóvil. Jay está plantado en medio de la habitación con los brazos abiertos extendidos hacia ella. Solo lleva puesta una camiseta donde se puede leer “soy todo tuyo” y una exagerada sonrisa en la cara. Sam comienza a ponerse roja y sin más, comienza a reír a carcajadas. Ríe descontralada, ríe tanto que las lágrimas comienzan a correr por su rostro sin que pueda evitarlo. Jay baja los brazos y la mira extrañado, no puede articular palabra, no se esperaba esta reacción. Se mira en el espejo y no ve nada raro, al menos nada que parezca tan gracioso. Tras un par de minutos Sam consigue recomponerse:
S: Tenías razón, iba a ser divertido.
La cara de Jay es la confusión personificada y no puede evitar mirar a Sam rogándole con la mirada una explicación. Levanta ligeramente las manos hacia ella a la par que sus cejas invitándola a hablar.
S: Es que pensaba que tú…
De nuevo vuelve la risa, esta vez controlada, pero suficiente para que no pueda seguir. Jay vuelve a mirarse al espejo y de nuevo se gira hacia ella inquiriéndole con manos y cejas una explicación. Sam coge la brocha que estaba en el suelo a los pies de la cama y con su cara de niña buena sólo añade mientras se la muestra a Jay:
S: Pensé que querías usar esto.
De nuevo se le escapan unas risitas y levanta los brazos mientras gira la cabeza hacia Jay. Su semblante es inocente pero sus ojos centellean; le gusta la propuesta de Jay y espera impaciente que comience el juego.
J: ¿Pintar? Bien pensado.
Jay le quita la brocha de la mano y se da media vuelta. Sam lanza un pequeño quejido – “¡Jo!”- Este cambio de rumbo no le gusta nada pero antes de que pueda añadir algo más, Jay se da la vuelta, tira la brocha y coge los hielos:
J: Vamos nena, voy a pintar en ese maravilloso lienzo que es tu cuerpo
Moraleja: El contexto es importante. Cuando hables con los demás, asegúrate que todos lo hacéis en el mismo contexto o no siempre el final será feliz.
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