Gracias, gracias, gracias…. ¿te has parado a pensar alguna
vez cuántas veces dices esa palabra a lo largo del día? No sé tú pero yo…
Das las gracias por todo, cuando alguien te ayuda, cuando
alguien te contesta a una pregunta, cuando alguien te aguanta la puerta para
entrar… algunos pensarán que es exagerado pero yo creo que los demás merecen
saber que les agradezco que me dediquen un poco de su tiempo, un poco de su
vida.
En momentos especiales como las Navidades, donde un espíritu
especial lo inunda todo, donde parece que sentimos más, es cuando igual, sin
saber por qué, te pones a pensar y de repente te das cuenta que hay ocasiones
donde decir “Gracias” no es suficiente.
Este año ha sido para mí todo menos tranquilo. Muchos viajes
con amigos, con la familia… Nuevos enanos que iluminan cada momento que pasas
con ellos, nueva gente, nuevos desafíos profesionales… ¿Hubiera sido posible
sin todos vosotros? No, ni remotamente…
¿Es entonces suficiente deciros “gracias por estar ahí,
gracias por todo, gracias por formar parte de mi vida”? No, no lo creo. Hay que
dotar de significado a esa palabra, necesita complementos: un gesto, una
mirada, un abrazo, una caricia, un beso, unas lágrimas, unos ojos brillantes…
Aun así, tengo la sensación de que no es suficiente. ¿Cómo
agradecer ese sentimiento de felicidad que tienes gracias a los momentos
vividos? ¿cómo agradecer que te perdonen cuando se te va la pinza y pagas con
quien no lo merece tus frustraciones? ¿cómo agradecer que no te reprochen el no
haber podido estar ahí en los momentos difíciles como te hubiera gustado? ¿cómo
agradecer que te perdonen cuando tus palabras les hacen daño sin ni siquiera
darte cuenta? ¿cómo agradecer la confianza y la fe que tienen en ti dándote la
oportunidad de formar parte de impresionantes desafíos?
Sinceramente, no lo sé, pero espero encontrar algún día la manera de devolveros todo lo que me estáis dando.
Por el momento... ¡UN MILLÓN DE GRACIAS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario