Carta abierta a mis políticos

Queridos políticos,
                Esta próxima nuestra cita con las urnas y supongo que sus señorías estarán dándole vueltas al programa con el que nos quieren convencer para que les demos nuestra confianza. Ese programa que a veces es tan farragoso y largo que los ciudadanos no tenemos ni tiempo ni ganas de leer y más en los últimos años donde nos demostrado con sus decisiones que no es otra cosa que papel mojado.
                Con este descontento manifiesto, me dirijo a ustedes para indicarles lo que, en mi humilde opinión, deberían incluir en su programa electoral para tener mi confianza y contar con mi voto.
                Quiero vivir en un país en el que pueda sentirme representado por el congreso, sin la sensación de que han jugado conmigo, me han utilizado para llegar allí y una vez conseguida la meta no me han vuelto a escuchar. Así, lo primero que me gustaría leer es su compromiso de que se intentará cumplir el programa. ¿Es sencillo? No, estoy seguro que no. Pero señores, ustedes gastan cantidades ingentes de dinero en campañas, encuestas de opinión, asesores… son perros viejos en este arte de la política, saben perfectamente como funciona así que comiencen, de una vez por todas, a hacer política que es para lo que todos los elegimos y pagamos.
                Quiero vivir en un país en el que mi voto valga lo mismo que el de cualquier otro ciudadano viva donde viva. Un español, un voto, así de simple. Nuestra constitución dice que todos los españoles somos iguales ante la ley; pues bien, existe una ley electoral ante la cual no todos somos iguales. ¿Cambiarlo es complicado? Para nada, sólo es necesario que dejen de pensar únicamente en ustedes y en mantener su poder.
                Quiero un país en el que el castigo para el que roba una gallina por necesidad no sea mayor que el que roba miles o millones de euros de los ciudadanos, un país en el que descargarte ilegalmente un contenido de internet no tiene mayor pena que matar a un ser humano, un país en el que los ricos y poderosos no pueden hacer uso de su dinero para pagar a grandes bufetes para que utilicen todos sus recursos para ralentizar el funcionamiento de la justicia llegando incluso a conseguir con triquiñuelas la anulación de pruebas. Quiero un país en el que realmente se cumpla aquella frase de “Hacienda somos todos” no sólo los que tenemos nómina. Que la carga fiscal sea realmente proporcional a la riqueza personal; un país en el que grandes fortunas, grandes empresas, grandes clubs deportivos… todos, pagan lo que les corresponde acorde a sus beneficios ¿Qué quiero que me prometan? Que por fin se llevará a cabo una reforma del código civil y del código penal para adecuar las sanciones y las penas a la realidad de nuestros días utilizando adecuadamente el principio de proporcionalidad. Una vez más, sólo deben querer servir realmente a aquellos que les representan. Robar, estafar… todos son delitos, los grandes y los pequeños; todos deben ser castigados pero la aplicación de la ley debe hacer que a delitos mayores, penas mayores.
                Quiero un país en el que el poder judicial sea ciertamente independiente del poder político y que cuente con los recursos necesarios para realizar sus funciones de manera eficaz y eficiente. Por favor, reformen la justicia y dótenla de las herramientas necesarias para realizar su trabajo.
                Quiero vivir en un país donde la educación y la sanidad son los cimientos de la sociedad. Para ello es imprescindible contar con profesionales motivados, preparados y con los medios necesarios para ofrecer un servicio de calidad a los ciudadanos. Necesito un país en el que poder realizar un tratamiento necesario para tu salud no dependa de si cuentas con medios económicos para pagarlo. Necesito un país en el que los educadores puedan formar en la excelencia a todos nuestros pequeños y jóvenes, independientemente del centro en el que cursen sus estudios. Necesito un país en el que se apueste decididamente por la innovación y el desarrollo para que nuestros talentos encuentren su nicho en nuestro propio país, donde puedan devolver con su dedicación, trabajo y esfuerzo, todo lo que hemos invertido en su formación. ¿Es necesario mejorar y optimizar los procesos de gestión? Efectivamente, pero la primera reestructuración tiene que hacerse en los gestores que son los que hasta ahora no han realizado su trabajo con eficiencia. Mismos gestores y menos personal en ningún caso significa un mejor servicio, ni siquiera un ahorro de costes.
                Quiero un país en el que se premie el esfuerzo y el trabajo. Un país en el que las capacidades para un puesto se exijan y se reconozcan. Quiero un país en el que los que están en puestos de responsabilidad sea porque tienen meritos académicos y profesionales para ocuparlos y no simplemente ser amigo de alguien o ser dueños de pequeñas cajas de pandora que no conviene abrir.
                Necesito un país donde mis políticos ejerzan la política y prediquen con el ejemplo. Un país en el que los que me representan, además de ser honrados y honestos lo parezcan y, en el momento en que no es así, dejen inmediatamente de representarme dejando todo cargo o asignación pública. ¿Códigos de conducta? Haberlos, haylos. Sólo hace falta cumplirlos.
                Quiero dejar de oír que España es un país de vagos, si hay gente que necesita ayuda hay que ayudarla, pero si están en condiciones deben dar algo a cambio. Hay infinidad de servicios sociales necesitados de manos para poder llevarse a cabo con una mínima calidad; acompañamiento a personas mayores, a enfermos, a discapacitados… Es una buena forma de devolver a la sociedad esa ayuda que te da para que puedas vivir dignamente.
                ¿Complicado? No lo creo. Sólo necesitan tener realmente sentido de justicia, igualdad y solidaridad y, sobre todo, voluntad de servicio a la sociedad que, en teoría, es la vocación de un político. Quiero tener a políticos que no busquen hacerse ricos en el ejercicio de sus funciones sino que busquen mejorar la sociedad en la que viven.
                Somos personas, queremos que cuenten con nosotros en todas las decisiones importantes, no puntualmente cada dos o cuatro años.
                ¿Pido mucho a cambio de mi voto? Sinceramente creo que no.
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