Carta abierta a mis políticos

Queridos políticos,
                Esta próxima nuestra cita con las urnas y supongo que sus señorías estarán dándole vueltas al programa con el que nos quieren convencer para que les demos nuestra confianza. Ese programa que a veces es tan farragoso y largo que los ciudadanos no tenemos ni tiempo ni ganas de leer y más en los últimos años donde nos demostrado con sus decisiones que no es otra cosa que papel mojado.
                Con este descontento manifiesto, me dirijo a ustedes para indicarles lo que, en mi humilde opinión, deberían incluir en su programa electoral para tener mi confianza y contar con mi voto.
                Quiero vivir en un país en el que pueda sentirme representado por el congreso, sin la sensación de que han jugado conmigo, me han utilizado para llegar allí y una vez conseguida la meta no me han vuelto a escuchar. Así, lo primero que me gustaría leer es su compromiso de que se intentará cumplir el programa. ¿Es sencillo? No, estoy seguro que no. Pero señores, ustedes gastan cantidades ingentes de dinero en campañas, encuestas de opinión, asesores… son perros viejos en este arte de la política, saben perfectamente como funciona así que comiencen, de una vez por todas, a hacer política que es para lo que todos los elegimos y pagamos.

¿Bendita realidad?


Las prisas no son buenas... ¿Cuántas veces has oído esa frase? ¿Cuántas te has parado a pensar en ella? Lamentablemente, muchas veces sólo lo hacemos cuando nos vemos obligados por las circunstancias.
     Llevamos una vida tan acelerada que rara vez le dedicamos nuestro tiempo a las cosas que verdaderamente importan. La mayoría del tiempo ocupan nuestro tiempo las cosas banales, esas que nos producen una satisfacción casi inmediata. También atendemos de forma inmediata todo aquello que nos produce cierta incertidumbre o curiosidad.
     No es que esta forma de pasar por la vida esté mal, para nada. Cada uno con sus circunstancias toma las decisiones que considera más oportunas en cada momento pero ¿tomaríamos las mismas decisiones si nos paráramos a pensar un poco más en el momento de después? Sinceramente, creo que no. Por desgracia muchas veces nos vemos atrapados en una vida frenética que hace que olvidemos o bajemos de prioridad lo que en momentos de calma consideramos más importante para nosotros.
     En esta sociedad

11M. Yo también lo sentí.

“Si no tienes nada constructivo que decir, es mejor que no digas nada” Qué consejo tan simple y tan difícil de seguir. Hoy voy a intentarlo
     Hoy es un día en el que los sentimientos están a flor de piel para la mayoría del pueblo español. Hoy hace 10 años que unos asesinos destrozaron la vida de miles de españoles.
     Es imposible ponerse en la piel de alguno de los afectados, esta es una de esas situaciones en la vida en la que o lo pasas o por mucho que imagines, la realidad supera con creces tus elucubraciones. Lo único que podemos hacer es darle nuestro apoyo y, cada uno en nuestra medida, facilitarles el día a día, ayudarles a seguir con su vida; una vida distinta pero que merece ser vivida.
     Ojalá todas las víctimas hubiesen reaccionado y afrontado la vida como Vera de Benito, que perdió a su padre ese fatídico día con sólo 9 años. Hoy, con 19, escucharla hablando de lo sucedido y las ganas de vivir que transmiten sus palabras ponen el bello de punta a la vez que llenan de lágrimas los ojos. Es increíble y esperanzador comprobar que aún cuando la vida te golpea de la forma más cruel, no pocos siguen creyendo en la bondad del ser humano. Ojalá todos fuéramos capaces de centrarnos en lo positivo y tirar para adelante superando el dolor, aprendiendo de él, utilizándolo para nuestro beneficio y el de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. ¡Bravo Vera! Eres un ejemplo a seguir. Seguro que hay muchas más Veras que no conocemos; por desgracia no todos los afectados por aquellas malditas bombas del 11 de marzo de 2011 han sido capaces de seguir adelante con sus vidas de una manera tan positiva. Es por todos, y en especial por estos últimos, por los que como sociedad deberíamos hacer un esfuerzo y, de una vez por todas, remar todos con el mismo rumbo y hacia un único objetivo, intentar que su día a día sea mejor.