Carta abierta a mis políticos

Queridos políticos,
                Esta próxima nuestra cita con las urnas y supongo que sus señorías estarán dándole vueltas al programa con el que nos quieren convencer para que les demos nuestra confianza. Ese programa que a veces es tan farragoso y largo que los ciudadanos no tenemos ni tiempo ni ganas de leer y más en los últimos años donde nos demostrado con sus decisiones que no es otra cosa que papel mojado.
                Con este descontento manifiesto, me dirijo a ustedes para indicarles lo que, en mi humilde opinión, deberían incluir en su programa electoral para tener mi confianza y contar con mi voto.
                Quiero vivir en un país en el que pueda sentirme representado por el congreso, sin la sensación de que han jugado conmigo, me han utilizado para llegar allí y una vez conseguida la meta no me han vuelto a escuchar. Así, lo primero que me gustaría leer es su compromiso de que se intentará cumplir el programa. ¿Es sencillo? No, estoy seguro que no. Pero señores, ustedes gastan cantidades ingentes de dinero en campañas, encuestas de opinión, asesores… son perros viejos en este arte de la política, saben perfectamente como funciona así que comiencen, de una vez por todas, a hacer política que es para lo que todos los elegimos y pagamos.

¿Bendita realidad?


Las prisas no son buenas... ¿Cuántas veces has oído esa frase? ¿Cuántas te has parado a pensar en ella? Lamentablemente, muchas veces sólo lo hacemos cuando nos vemos obligados por las circunstancias.
     Llevamos una vida tan acelerada que rara vez le dedicamos nuestro tiempo a las cosas que verdaderamente importan. La mayoría del tiempo ocupan nuestro tiempo las cosas banales, esas que nos producen una satisfacción casi inmediata. También atendemos de forma inmediata todo aquello que nos produce cierta incertidumbre o curiosidad.
     No es que esta forma de pasar por la vida esté mal, para nada. Cada uno con sus circunstancias toma las decisiones que considera más oportunas en cada momento pero ¿tomaríamos las mismas decisiones si nos paráramos a pensar un poco más en el momento de después? Sinceramente, creo que no. Por desgracia muchas veces nos vemos atrapados en una vida frenética que hace que olvidemos o bajemos de prioridad lo que en momentos de calma consideramos más importante para nosotros.
     En esta sociedad